01/08/2024
Por: José Figueroa
Las sociedades necesitan verdades. Cuando no las tienen se produce el caos, la anarquía descontrolada, el desconcierto masificado. Cuando no las tienen se principian guerras por la desestabilización que produce el sentimiento de relatividad. Popularmente se repite que cada quien tiene su verdad, por eso cada quien puja por imponer la suya; pero eso no quiere decir que no exista la verdad, sino que la sociedad no ha llegado a ella, no la ha entendido. Cuando las gentes tienen verdades sobre las cuales desarrollarse, se produce la solidaridad entre ellos por poseer la misma cosmovisión y cultura. Como un barco surcando la inmensidad de los mares inexplorados, que no sabe hacia dónde se dirige, pero tiene una base sobre la cual navegar: el barco mismo. Ese barco, para la humanidad, es la verdad.
Hay verdad moral, verdad matemática, entre otras tantas. Para Colombia ha sido fundamental la verdad histórica. La certeza de lo ocurrido en un país violento en exceso es condición necesaria para aprender de esa desgraciada historia. Si se conoce lo que ha pasado en el país podemos entender el origen del conflicto que nos azota como nación desde antes, durante y pasada la independencia hasta el presente mismo. A causa de ello hay que encaminar las hazañas académicas e institucionales para descubrir el pasado, para entenderlo, para no dejar esas muertes y sus alaridos en el olvido.
Cuando hay verdad las personas pueden acudir a ella como un faro al cual aferrarse, así sea lo único seguro, pues lo demás es incierto. La incertidumbre es el primer paso para el desgobierno: un desgobierno de leyes, de moral, de justicia; anomia pura. La justicia necesita verdades sobre las cuales fundarse porque, de lo contrario, ¿cómo puede ser justo lo indeterminado, la mentira? Y si, además, decimos que no hay verdad, que depende de cómo lo entienda cada uno, estaremos afirmando indirectamente que la justicia depende de cómo la entienda cada uno. ¿Cómo existirá orden en una sociedad donde la justicia es subjetiva? ¿Cómo se puede asentar la sociedad en lo justo si dentro de la misma lo justo es, en vez del pilar fundamental, una cosa diferente de boca en boca?
Una justicia relativizada conduce a la guerra incesante, el furor eterno, un arrebato interminable; es decir, el estado de naturaleza del hombre. Bien hacen las constituciones (en medio de algunos males que acarrean) con el neoconstitucionalismo en establecer principios fundamentales sobre los cuales se desarrolle toda nuestra legislación. Por lo mismo, porque sin valores (que son verdades morales) institucionalizados no funciona una sociedad.
El deber ser del humano es encontrar la verdad, no rezagarla. No debe inventarla, sino buscarla; buscarla en las experiencias, en la academia, en el convento, en la razón. En cada esquina donde se esconda, pues así, y solo así, una sociedad puede formarse en paz. El deber ser de Colombia (como nación y como pueblo) es encontrar esa verdad que necesita; no inventarla, buscarla en la historia. En el fallo de los gobiernos, en las pasiones del pueblo, en la incitación de las élites, en la intervención extranjera. Buscándola a lo largo de nuestra existencia podemos concluir lo que se ha hecho bien y lo que no; lo bueno y lo malo; lo justo y lo injusto. Solo con la verdad se hará justicia en Colombia.
Las opiniones expresadas por los diversos autores en este medio son responsabilidad exclusiva de ellos mismos y no reflejan la opinión del periódico o de alguna institución.